literature

Levi x Reader: No mas para ti! (Parte 2)

Deviation Actions

PiyoIzaya's avatar
By
Published:
5.3K Views

Literature Text

Parte 1: fav.me/d6op6gc




—Abre los ojos —ordenó esa tan conocida voz, con un tono firme, uno que antes ya habías escuchado, y muchas veces.

Obedeciste lentamente, quejándote al sentir esa fuerza contra tu piel. No podías creer lo que sucedía, maldecías el momento en que decidiste no cerrar la puerta pensando que todo estaría bien.

Joder.

Tus pupilas se encontraron directamente con la fría mirada de él. El Corporal Levi se hallaba encima de ti, aprisionándote con su cuerpo; ambas piernas estaban a cada lado de tus caderas, mientras él sostenía su peso con las rodillas. Ni siquiera procesaste la situación en la que te encontrabas, al menos no hasta bien pasados unos segundos que aparentaron ser lentos para tu mente cuando en realidad fueron más rápidos que un suspiro.

—¿Corporal? —le llamaste, incrédula y desubicada por la repentinidad del asunto, aún con el nombre que osaste ponerle hasta estar de mejor humor con él, hasta que solucionaran sus problemas recientes.

—Tch —ese sonido suyo era tan típico, te hizo tragar saliva, algo peligroso se venía a continuación, lo percibías—. Me estás irritando, (Nombre).

—¿Qué te sucede? Y... —comenzaste, ágilmente volteando el rostro a un lado después— ese olor, ¡hueles a alcohol por completo!

—Hoy te pude ver claramente —sus ojos se entrecerraron, sin duda algo lo estaba molestando, y muy internamente deseabas no ser la razón.

—No entiendo de qué estás hablando —admitiste con seguridad, que poco a poco se fue desvaneciendo al sentir el aura oscura que provenía del Corporal; en ese momento pensaste que quizás él se encontraba aún más enojado que tú. Te estremeciste un poco—. Y, ¿p-puedes decirme qué haces en mi habitación?

¡Tus palabras te delataron en cuanto tartamudeaste! No podías creer lo nerviosa que te ponía con sólo el contacto físico, aunque esta vez se trataba de aún más que eso, pues su sólido agarre empezaba a molestarte. Por eso mismo, intentaste soltarte, sacudiendo tus brazos con todo lo que pudiste, siendo detenida en un santiamén por él, evitando cualquier propósito tuyo de escapar.

—No me cambies el maldito tema —advirtió con fervor, logrando un respingo de tu parte.

Él se encontraba ahí, capturándote con sus fuertes manos, y aunque tu mente te decía que debías soltarte de su agarre, tu corazón no podía evitar el palpitar tan vigorosamente.

Apretaste los labios y los dientes. No te gustaba sentirte tan tonta, tan vulnerable. Lo escuchaste gruñir por lo bajo a la vez que el agarre de sus manos contra tus muñecas se afianzaba más. Entrecerraste los ojos sin saber qué hacer, moviéndote de nuevo en tu lugar con la intención de zafarte de él.

—¡S-suéltame! —jadeaste por lo bajo en un último intento para quitártelo de encima, pero Levi estaba tan plantado sobre ti como una roca—. ¡L-Levi!

—Te vi con ese mocoso de Yaeger —su voz sonaba ronca, pastosa. Entrecerraste los ojos otro poco cuando el olor a alcohol se escurrió por tus fosas nasales, combinado con el aroma seco pero embriagante que siempre provenía de él—. ¿De qué demonios estaban hablando?

Tu cuerpo sintió un escalofrío ante su pregunta. ¿Que de qué estaban hablando? ¡Pues claramente de él y aquél no tan agradable momento horas atrás!

Tragaste saliva parpadeando lento, sin saber qué contestar. ¿Cómo se supone que le ibas a decir tal cosa? Morirías de vergüenza, además de que era muy claro que él no estaba en todos sus sentidos y quién sabe qué podría pensar o decir si soltaras la verdad en un momento así.

Lo escuchaste gruñir por segunda vez mientras deslizaba sus manos de tus muñecas un poco más arriba, tocando apenas la parte baja de tus palmas, pero aún sin liberarte del agarre ni un poco.

—Mírame, (Nombre).

Su voz autoritaria te erizó la piel y tus labios se apretaron antes de inhalar aire, dejando escapar su nombre suavecito, como si no quisieras llamarlo.

—Será mejor que salga de mi habitación… —susurraste, aclarándote la garganta entretanto lo veías de reojo— Está borracho, sargento.

El aludido percibió el cambio de trato de inmediato, ensombreciendo la mirada para inclinarse hacia el frente, acortando la distancia entre sus cuerpos. Tu pecho subía y bajaba profundamente, y estabas comenzando a sentir más calor del normal, sobre todo en tus mejillas. Irónicamente las puntas de tus dedos empezaban a enfriarse. Nunca fuiste buena teniendo al sargento tan cerca y en una situación como aquella, donde era tan impredecible por estar ebrio, mucho menos.

—¿Quieres jugar de esa forma, (Nombre)? —te susurró desde su lugar, cerca. Casi tanto como para sentir su aliento sobre tu cuello. El tono de molestia no abandonaba su voz en lo absoluto—. Responda entonces mi pregunta, cabo. Es una orden.

Tus ojos se cruzaron con los suyos cuando con una de sus manos aprisionó tu barbilla, obligándote a mirarlo directamente a la cara. Estabas tan nerviosa y agitada que no podías respirar propiamente por la nariz, obligándote a entreabrir los labios para inhalar y exhalar aire a considerables bocanadas. El roce de la piel del sargento contra la tuya sobre tu rostro cambiaba las cosas, las hacía más personales, casi íntimas. Nunca, en el tiempo que llevaban conociéndose, te había tomado el rostro de esa manera, y mucho menos te había mirado como ahora lo hacía. Sus ojos tenían un brillo diferente, quizá por su situación, pero podías asegurar que no era el Levi de todos los días.

—Estoy esperando —murmuró, sin dejar de mirarte—. Responde.

—D-debería irse a su habitación —continuabas sin querer ceder, desviando la vista de sus ojos. Colocaste tu mano libre sobre el brazo que te sostenía la barbilla, empuñándola sobre su ropa en un vano intento de alejarlo, suavecito.  Tu corazón palpitaba más fuerte y tus mejillas estaban calientes; nada bueno presentías—. Hablamos… después c-cuando esté en todos sus sentidos…

El sonido del chasquido de su lengua te cortó las palabras. La ansiedad recorría tu cuerpo entero, además del nerviosismo que sentías en el pecho. Esa opresión extraña te hacía aspirar una y otra vez el aire que parecía escapar de tus pulmones, intentando fervientemente mantener tu respiración tranquila, por mucho que el hombre sobre ti te estuviera intimidando.

—¿Qué parte de ‘es una orden’ no entendió, soldado? —interrogó el pelinegro, acercando aún más su rostro al tuyo, quedando ya a unos cuantos centímetros— Su insolencia le provocará un castigo, ¿sabe?

¿Castigo? ¿De qué hablaba? El sólo hecho de pensar en una sanción por parte de Levi logró que te estremecieras en tu lugar. Por el brillo extraño que aún permanecía en su mirar pudiste darte cuenta perfectamente que no iba a tratarse de un castigo como los demás, en los que te ordenaba el limpiar alguno que otro lugar de la sede de las Tropas de Reconocimiento.

No. Por supuesto que no se trataría de algo así.

Iba a ser algo mucho más intenso.


—¿P-Por qué tengo que responderle algo como eso? —su manera formal de hablar se te contagió. No era porque quisieras seguirle el juego, simplemente no pudiste evitarlo— No es de su incumbencia.

Entonces, un tic en el ojo del Corporal se hizo presente. En definitiva, estaba irritado por completo. Una de las cosas que más sacaban de quicio a Levi era la falta de obediencia por parte de un soldado de menor rango. Incluso él mismo se obligaba a seguir las órdenes de los comandantes que estaban muy por encima de él. Contigo respondiéndole de esa forma tan arrogante, fue como la gota que derramó el vaso.

Tragaste saliva en el momento en que su rostro se dirigió hasta la parte derecha de tu cuello, hundiéndolo por completo en él. La respiración del sargento que antes podías oler por lo cerca, ahora la sentías rozando contra la piel junto a tu garganta. Y, a pesar de ya no estar tan próximo a tus fosas nasales, bien percibías el olor a alcohol que seguía emanando de su boca.

—Porque soy tu maldito superior y tienes que responder lo que a mí se me dé la gana de preguntarte. Si es de mi incumbencia o no es muy mi jodido problema —habló, con sus labios muy próximos a tu oído—. ¿Así o más claro... cabo?

Gracias a la tensión del momento, toda entera temblaste levemente. Ya, esto se puso muy en serio, señal que te hizo notar que no llegarías muy lejos si continuabas así de impertinente. Si el sargento preguntaba algo, tú debías tener esa respuesta para él; así era Levi siempre, independientemente de las bebidas fuertes que hubiera tomado. Y bien recordabas lo malhumorado que se ponía si al final no conseguía una contestación de tu parte.

Con su oído justo junto a tu boca, te dispusiste a hablar, ya mandando al diablo lo que pudiera llegar a pensar el Corporal. Iba a ser lo mejor, viendo su estado, y tú hallándote en esa posición con casi todo el peso de él sobre ti.

Sí, al diablo el orgullo, sólo quiero terminar con esto.

—¡Sólo estábamos hablando de usted! —exclamaste con claridad, preparada para hacerle escuchar todo lo que te estabas guardando desde su pelea— Lo único que salió de nuestras bocas fue la situación en la que nos encontramos, Levi. Eren simplemente me decía que debía arreglar las cosas con usted pronto, ¡pero yo no tenía idea de cómo! Y ¿sabe qué es lo peor? ¡Que toda la condenada noche usted fue lo único que pasaba por mi mente! ¡Es un estúpido! —toda la frustración acumulada en esas horas salió de tu cuerpo con cada una de las palabras que soltabas, sin dejar de hablarle de la forma respetuosa que se te había pegado minutos antes. El pelinegro no se movió ni un ápice de su lugar, así que decidiste agregar algo más antes de terminar— ¿Y-ya está feliz?

Quizás tus nervios al final se fueron todos a tu cabeza, pues el calor era mucho más intenso que antes.

Pasaron segundos en los que el sargento permaneció con su rostro en tu cuello. Cuando finalmente se movió, fue para separarse de ti poco a poco, quedando así como al inicio, con las caras frente a frente, y sus orbes grises mirándote con detenimiento, con ese extraño brillo que emitían.

—Tu cara está roja, (Nombre) —comentó de pronto, sorprendiéndote al cambiar de tema de manera tan repentina. ¿¡Qué acaso no iba a decir algo sobre lo que al fin te atreviste a admitir!? —. ¿Tienes calor?

No esperabas lo que sucedió a su pregunta, pues al demorarte unos segundos en responder —intentando articular palabra alguna—, el sargento se relamió los labios balanceándose apenas hacia adelante de nueva cuenta y se detuvo casi al tocar la piel de tu cuello, soplando deliberada y lenta, casi tortuosamente, sobre tu piel. Te estremeciste soltando un apenas audible jadeo mientras tus manos se empuñaban bajo su dominio. Gracias a la fina capa de sudor frío que te recubría (culpa de él por ponerte tan nerviosa) habías sentido ese pequeño soplido como un escalofrío en todo el cuerpo. Tu corazón latió más rápido y el sonrojo en tus mejillas se disparó con fuerza. ¿P-pero qué demonios hacía?

—Yo también tengo calor.

Su voz era aún más espesa, casi arrastraba las palabras. El aliento contra tu cuello te estremeció de nuevo, esta vez siendo más fuerte al percibir sus labios en tu piel, la punta de su nariz pegada a ti. Lo percibiste inhalar muy suavecito, casi como no queriendo, y el agarre contra tus muñecas se afianzó aunque no brusca ni colericamente como un inicio. Era más bien como un gesto de pertenencia, el empuje del momento.

—Te aseaste… —susurró en un ronroneo indescifrable, recorriendo tu cuello con sus labios en un roce casi sin querer— y tengo calor…

No sabías si empezaba a desvariar víctima del alcohol (aunque, pensándolo bien, nunca había parecido estar lúcido. Todas sus acciones, sus palabras, eran demasiado insólitas) o se había olvidado que ya lo había dicho antes. Sin embargo, todos tus pensamientos se borraron cuando lo sentiste detenerse en tu oído y luego de algo que pareció un suspiro, ordenó:

—Quítamelo.

El mundo se congeló y tus ojos se abrieron como platos. Sentías el corazón, el rostro a punto de explotar. ¿C-cómo se suponía que debías quitarle el calor? ¿Qué rayos pasaba por su cabeza en ese momento? Miles de preguntas recorrieron tu mente, pero no eras capaz de atenderlas por el aturdimiento de las palabras de Levi. Él y sus acciones estaban llevándote al borde de algo que no sabías cómo terminaría. Además, estaba despertando en ti un sentimiento que jamás antes habías experimentado y no sabías exactamente cómo denominarlo.

Sólo sabías que si aquello llegaba más lejos, fácilmente perderías el control.

Liberó muy lento tus muñecas, deslizando sus manos por las tuyas para finalmente apoyar un antebrazo encima de tu cabeza y el otro a un costado. Sus frentes quedaron casi pegadas la una con la otra, y no pasaron demasiados segundos para que sintieras su mirada fijamente sobre la tuya, haciéndote imposible ver algo que no fueran sus profundos y fríos ojos grises.

Sus rasgos afilados, aunque algo severos por su expresión permanente, era algo que te encantaba así no te dieras permiso de aceptarlo. Y sus ojos, sus labios; todo lo que perteneciera al sargento Levi en general podía arrancarte más de un suspiro a cualquier hora del día. Aunque normalmente no te permitieras aceptar aquello, ahora teniéndolo a escasos centímetros de ti era irremediable.

Ante su mirada expectante, dirigiste la vista hacia su chamarra perfectamente conservada,  con los preciosos bordados de las Tropas de Reconocimiento intactos. Mordiste tu labio inferior por dentro, dudosa, y luego de unos momentos escurriste tus manos hacia sus hombros, tomando de ahí la chaqueta para removérsela suave y lentamente, con ayuda y cooperación de él que no te quitaba los ojos de encima.

No sabías qué estabas haciendo, pero había sido una orden de tu superior que debías acatar y cumplir.

Entonces, tus dedos recorrieron la fina tela de su camisa, ahora liberada del probable calor que antes tenía gracias a la chamarra. Tus manos se dirigieron hasta el pañuelo que siempre llevaba en el cuello y esa noche no faltaba. Con delicadeza, poco a poco lo fuiste removiendo, dejándolo a un lado de la cama en cuanto terminaste. Ya que estabas concentrada en ese pedazo de tela, tus ojos se desviaron de los suyos, por lo que cuando te volviste a sus orbes, éstos te sorprendieron al encontrarse con un brillo más potente.

Dejaste caer tus brazos un poco a causa de aquello, cosa que no agradó al sargento, haciéndole juntar las cejas con frustración.

—No te detengas —ordenó con la voz extrañamente ronca, logrando una respiración honda de tu parte.

Al principio llevaste tus manos de vuelta a Levi, con obvia inseguridad. Lentamente fuiste desabrochando su camisa, de arriba abajo, rozando aventuradamente su tersa y firme piel con las yemas de tus dedos, eso cuando por accidente tocabas alguna parte de su cuerpo al estar ocupada con los botones. Mientras realizabas estas acciones, sólo podías sentir su gris mirada sobre ti, con una presión escandalosa que conseguía que te olvidaras del tiempo y espacio. Cada vez te perdías más, te estabas dejando llevar completamente por la embriagante esencia que él despedía. ¿De verdad podías emborracharte con el olor de alguien? Las dudas se dispersaban gracias a lo que estabas viviendo en ese instante.

Cuando tus dedos finalmente tocaron la parte de la tela de su cuello para tratar de retirar su camisa por completo, el sargento Levi movió uno de sus brazos, para así rozar una de tus manos con sus yemas. Le miraste, por completo atenta a su rostro, intentando encontrar algún indicio de molestia de su parte, cosa que no descubriste. En cambio, él entreabrió la boca para poder hablar suavemente.

—Es suficiente —avisó tranquilo, aunque quizás, pensaste, por dentro estuviera más ansioso de lo que aparentaba. No estabas segura, ya que él siempre permanecía con ese semblante sereno que muchas veces te hacía suspirar.

Te detuviste en aquel momento, aflojando tus brazos, que cayeron a ambos lados de ti. En definitiva, no podías decir qué pasaría a continuación, con el atrevido Levi sobre ti nada parecía tener sentido. Tu respiración de pronto se halló buscando un ritmo contiguo al estar tu mente completamente absorta en él; en sus ojos, su nariz... sus labios.

“Esto me está afectando demasiado, ¿¡en qué rayos estoy pensando!?” tus pensamientos divagaron después, procurando encontrar alguna respuesta lógica; pero no, ninguna parecía ser la correcta.

Sentiste a tu cuerpo tensarse en cuanto el sargento volvió a acercarse peligrosamente a ti. Ahora sus narices se encontraron a unos cuantos centímetros una de la otra, con un roce leve que conseguía poner tu cabeza en blanco por completo.

—No creas que he olvidado tu arrogancia de antes —indicó, mientras el olor a alcohol que se desataba de su boca logró llegar de nuevo a tus fosas nasales—. ¿Quieres saber cuál será tu castigo, (Nombre)?

El estremecimiento que toda tú experimentaste justo ahí, apenas Levi terminó de hablar, traicionó todos los intentos furtivos de estar serena y no permitirte que él supiera lo fácil que podía someterte con sólo su presencia. Su aliento entonces ya chocaba con el tuyo, incluso quizás el roce de aquello no era otra cosa que de sus labios, los cuales ya se encontraban acortando cada vez más la distancia que los separaba de los tuyos.

Inhalaste aire por la boca despacio, empezando a sentir los párpados pesados; no pasó demasiado tiempo para que tu respiración se volviera densa, errática, casi entrecortada. La sensación de su aliento chocando contra el tuyo y sus ojos clavados mirándote de lleno no te permitía articular palabra para responder lo antes cuestionado por tu superior.

Pero no había necesidad alguna.

—Por la insolencia contra tu superior —listó en un murmullo ronco mientras colaba su mano libre entre las puntas de tu cabello, subiendo cada vez más hasta encontrarse con la piel de tu cuello—, por desobedecer mis órdenes en el campo de batalla…

Su mirada recorría tu rostro entero, desde tus ojos hasta tus labios, deteniéndose por varios segundos en ese lugar antes de deslizar su mano hasta ahí, rozando la superficie de tu piel con su dedo pulgar lenta y sensualmente. Lo pasó por tu labio inferior a la vez que exhalaba aire caliente a milímetros de ti. Sus demás dedos descansaron detrás de tu cuello, logrando estremecerte por la calidez que emanaba cada poro de su piel. Su pecho descubierto se estaba pegando al tuyo.

—Y por permanecer tan cerca de alguien que no sea yo —casi finalizó, deteniendo la caricia de su mano para pasarla rápido y de improvisto hacia tu muñeca, prensándola, como si tuvieras intenciones de zafarte de él—… te reprendo, cabo.

No pudiste pensar en nada más cuando sus labios se oprimieron contra los tuyos de forma demandante pero no brusca. Tan sólo pudiste ahogar un jadeo bajo su aprisionamiento porque, a pesar de todo lo que había pasado minutos antes, aquello te había tomado por sorpresa. No podías concebir que el Corporal Levi te estuviera dominando de esa manera por algo tan absurdo. Era poco propio de él.

Pero estaba ebrio y los ebrios siempre dicen la verdad.

Sentiste un suave espasmo en el estómago (como mariposas, quizá) cuando él entreabrió los labios para exhalar sobre los tuyos, provocando luego que un escalofrío recorriese toda tu espina dorsal. No concientizaste cuándo fue que tu cuerpo empezó a ceder y tus labios se dejaron hacer por los suyos, correspondiendo el beso de una manera apenas torpe. Él bajó de nueva cuenta a besarte, apretando un poco más el agarre a tu muñeca mientras pegaba su cuerpo más al tuyo. Tu mente estaba en blanco y tus mejillas ardían en un tono carmesí; mientras más segundos pasaban más liviana y ausente te sentías, como si Levi se estuviera llevando las migajas que quedaban de tu consciencia con cada beso y cada respingo de su cuerpo sobre el tuyo.

Lo percibiste moviendo los labios con un poco más de velocidad y los dedos de su mano que te aprisionaba se clavaron suavemente en tu piel.  Estuvo así unos segundos para luego separarse apenas unos centímetros de su rostro, con la frente y los ojos sin despegarse de los tuyos.

—No los aprietes tanto —ronqueó en un jadeo, refiriéndose a tus labios, para volverte a besar sin perder un segundo más de tiempo—. Es una orden —finalizó entre dientes, aprisionando tu labio inferior con los propios para profundizar el beso con más velocidad que antes.

—Hn… L-Levi…

Su nombre se escapó de tus labios como agua cuando sentiste que soltaba tu muñeca de nueva cuenta, deslizando su mano lenta y tortuosamente por la piel al descubierto de tu brazo. Subió por tu cuello y te hizo ladear la cabeza ligeramente para luego bajar por un costado, deteniéndose a contornear tu cintura, apretándola apenas con su suave pero demandante toque.

—Sáciame hasta que no pueda más, (Nombre) —después de que Levi demandó con firmeza lo anterior, separándose apenas para poder decirlo, pudiste escuchar con claridad un leve gemido de su parte. Tal vez no hubieras sido capaz de oírlo de no ser por lo cerca que se hallaba de ti.

Su agarre descendió un poco, llegando hasta tus caderas. La forma en que te acariciaba se volvió más sensual mientras pasaron los segundos. Podías sentir ambos calores corporales mezclándose en el aire, que a pesar de ya ser un tanto frío a causa de la noche, estaban aumentando de temperatura con cada contacto, con cada toque, con cada roce. Y justo eso, que tu cuerpo entero estuviera en un calor constante provocaba esos estremecimientos al sentir aunque sea un poco de frialdad del ambiente exterior penetrar en la burbuja en la que el sargento y tú estaban en ese momento. Porque sí, era como si el mundo se hubiera detenido y sólo ustedes dos existieran; o al menos en tu cerebro así sucedía.

Sus labios ejercieron más presión sobre ti al volver a los tuyos, encadenándolos en una frenética pasión aumentada por el peligroso contacto físico. Estaba comenzando a ponerse ligeramente brusco, como si con eso diera a mostrar que su ansiedad afloraba por tu culpa. Además, con ese agarre que mantenía sobre tus caderas, él aprovechaba para estar acercándose a ti más rápido, deseoso de más.
Y, estando tú casi completamente perdida en el beso que Levi te ofrecía, te arrimaste más a él sin darte cuenta, al mismo tiempo que sin pensarlo mordiste su labio inferior mientras permanecía la fricción de sus bocas. También, una de tus piernas subió arriesgadamente sobre la suya, rozando de forma sensual, insaciable.

El pelinegro se liberó entonces con velocidad, jadeando un tanto, volviendo a estar su nariz apenas tocando la tuya.

—Aún tienes la osadía de aferrarme de esta manera —comentó, entretanto tú te relamiste los labios inconscientemente—. ¿Te pongo así de ansiosa?

Los latidos de tu corazón se volvieron agitados al escuchar su pregunta. Era increíble que con sólo dejar salir una palabra el sargento te alterara tanto. Aunque, en el lugar en que te ubicabas justo ahora, no era de extrañarse. ¡Te estaba volviendo loca!

Y lo más increíble era que querías más.

Cerraste los ojos cuando le observaste aproximándose hacia ti nuevamente. Sin duda, estabas lista para otro de esos pasionales besos llenos de sensualidad. No recordabas haber tenido una experiencia como esa antes, porque en realidad, al sargento Levi no le gustaba mucho el afecto en público. Siempre que mantenían cierto contacto era cuando estaban solos, pero al final eran cosas simples, quizás podrías decir que casi frías.

Lo que ocurría ahora era completamente diferente.

—Me duele la cabeza... —soltó en voz baja, desviándose de su camino hacia tus labios y acabando junto a tu oído otra vez.

Frunciste el ceño por lo raro, ya que volvió a cambiar el tema de forma repentina. Tu frustración se desvaneció por completo al sentir la piel suave de su boca contra tu cuello. Fue un roce suave, casi como un beso por la poca presión que mantuvo en el lugar; tus brazos se estremecieron nuevamente. La piel de todo tu cuerpo estaba totalmente erizada por sus caricias.

Por favor, que no se detenga nunca.

Lo sentiste presionar suavemente tus caderas mientras soltaba un leve quejido de inconformidad, casi como un murmullo. Al sentir de nuevo su aliento contra tu cuello te estremeciste, inhalando aire por la boca para luego de manera inconsciente morderte el labio inferior. Tus ojos se entrecerraron ante la sensación de un calor abrasador recorriéndote nuevamente, sin embargo te esforzaste por no prestarle sobrada atención porque ahora la situación había cambiado. Aunque el sargento siguiera sobre ti, no te estaba besando los labios y había dado a conocer su estado.

Ah, claro, había tomado demasiado. Por un momento te habías olvidado de ese detalle (estabas más ocupada siguiendo sus órdenes). Luego de unos segundos atando cabos de nuevo, todo tuvo sentido. Sus acciones, su forma de hablar y sus bruscos y repentinos cambios de tema no podían tener otra explicación de ser: estaba ebrio. No te agradaba mucho aceptarlo, pero sabías que era la verdad.

Apretaste un poco los labios —aún impregnados con su sabor, su aroma— para llevar una de tus manos hasta su hombro, empuñándola en la mitad del cuello de la camisa y su piel al descubierto. Él sintió el gesto, no obstante no se movió de su lugar.

—Levi… —murmuraste en un hilo de voz suave, ligeramente agitada. No podías evitar que tu pecho aún subiera y bajara a la velocidad de tu respiración nada controlada—. ¿D-duele mucho…?

Tu mente estaba tan ausente en ese momento que no se te ocurrió nada más que preguntar. El sargento entrecerró los ojos con ligereza a la vez que afianzaba el agarre contra tu cuerpo, como si se negara a dejarte ir.

—P-puedo… puedo ir a buscar medicamento si necesita, a pedir ayu…

No pudiste completar la frase porque sus labios ya estaban sobre los tuyos de nueva cuenta, y la mano que antes sostenía tu cadera ahora había bajado hasta tu muslo, sosteniéndote de ahí con fuerza como para inmovilizar tu pierna, para no dejarte escapar de él. Jadeaste por la espontaneidad del beso, empuñando la mano sobre su hombro con un poco más de fuerza. En esos momentos, donde sus labios buscaban los tuyos como la abeja a la miel, te sentías tan perdida que sólo eras capaz de aferrarte a su cuerpo y dejarte llevar, con suspiros y su nombre saliendo de tus labios entre suaves jadeos cuando él se decidía a por fin darte un descanso, un momento para respirar.

La mano que te aprehendía se deslizó apenas por tu piel y tú no pudiste hacer nada más que afianzar tus manos a su cuerpo, tomándolo de los dos hombros para al final enredar tus dedos tras su nuca. No habías concientizado ese movimiento, era como si hubiese fluído tan natural como el agua. Él sintió la libertad que te tomaste de aferrártele, pero esta vez lo dejó pasar porque quería olvidarse del maldito dolor de cabeza que entre más pasaba el tiempo más le molestaba.

Podría ser que la ansiedad fuese un detonador natural.

Soltaste un leve suspiro cuando fuera ahora él quien mordiese tu labio inferior, separándote apenas unos segundos para tomar una bocanada de aire grande; la necesitabas. Hiperventilaste por un momento con la frente pegada a la suya, aclarándote la garganta en cuanto pudiste para hablar entrecortadamente.

—Debería… atender ese dolor de cabeza, sargento…

No querías que ese momento terminara nunca, pero tampoco tenías intenciones de dejarlo desfallecer ahí mismo como si nada (aunque tampoco sería mala idea).

—No me digas lo que tengo que hacer —advirtió impasible, aunque unos cuantos suspiros escaparon de sus labios después de ello—. Sólo yo puedo hacer eso contigo, y...—antes de continuar, dejó salir su aliento a propósito para que chocara con el tuyo, juntándose ambos inevitablemente—...ahora tienes que continuar ese maldito beso si no quieres que yo mismo te deje sin aire otra vez.

Tu boca quedó entreabierta por esa frase. ¿Cuántas veces ya sucedía esa noche? ¿Cuántas veces el sargento ya te había robado el aliento en un dos por tres? No te imaginabas lo que sería capaz de hacer para dejarte aún más sin respiración. Tus labios recién empapados por el sabor único de Levi se apretaron con suavidad y firmeza, al mismo tiempo que tus ojos observaban los suyos con mesura.

Ahí fue cuando notaste la molestia que denotaba en sus orbes grises, como si estuviera intentando aguantar algo muy fuerte.

—Levi, no te ves muy bien —dijiste lo más obvio que se podía apreciar en el rostro del pelinegro, juntando las cejas en señal de preocupación.

—Cállate —exigió rápidamente, casi interrumpiéndote. Se detuvo por unos segundos, quizás pensando lo que diría, hasta que por fin decidió continuar—. Me siento perfectamente bie—

Parpadeaste una y otra vez en el instante que la cabeza del sargento Levi se dejó caer algo bruscamente en tu hombro. ¿Qué estaba sucediendo ahora? Te giraste lo más que pudiste, no lográndolo tan bien gracias a que el peso de la frente del pelinegro presionar directamente contra tu piel. Al poder ver que él mantenía los ojos cerrados por bastante tiempo, supiste enseguida que tu historia sensual nocturna se había acabado.

—Se quedó dormido... —susurraste en un apenas audible murmullo, inhalando profundamente, buscando que tu corazón se tranquilizara por completo.

Una sonrisa adornó tu rostro segundos después, sin que tú pudieras percibirla. Era verdad que con toda la conmoción anterior, con el sargento en estado de embriaguez y seduciéndote irremediablemente, te perdías muy fácil; pero igual debías admitir que el simple hecho de mirarlo con esa expresión de calma mientras dormía te hacía sentir como la chica más afortunada de todo el mundo.

Tus dedos se deslizaron entre los mechones de cabello de Levi, acariciándolo con total dulzura. Retiraste algunos que, traviesos, quedaron cubriendo algunas partes de su frente y ojos, para poder verlo mejor, aunque estuviera de lado. Inclinándote como pudiste, tus labios se encontraron pronto en la frente de tu sargento, otorgándole un tierno beso. Inmediatamente advertiste que él respiraba de forma más calmada, dejando que sus exhalaciones escaparan de su boca entreabierta. Muy por dentro te pareciste con suerte por poder mirar al sargento de esa forma, sabiendo bien que no cualquiera, mejor dicho, nadie en todas las Tropas de Reconocimiento lograría nunca.

Sin duda, el descanso le haría muy bien a su estado actual, aunque probablemente al día siguiente el dolor de cabeza aumentaría notoriamente por la resaca. Reíste, imaginándolo malhumorado y maldiciendo por todos lados, por mucho que intentara parecer tranquilo. No estabas segura si recordaría lo sucedido esa noche, porque muchos tienden a olvidar las cosas que hicieron al estar perdidos en la bebida. ¿En realidad querías que se acordara? Esa era la pregunta.

Ansiabas internamente que terminara lo que comenzó antes, las caricias, los besos y las respiraciones agitadas; pero por supuesto, te resignaste a que el dormir sería lo mejor para él.

Aún con la pequeña sonrisa en tu rostro, pasaste las manos a sus hombros y con mucho cuidado, te giraste para que Levi quedara recostado en la cama por completo. Así, tanto él como tú descansarían mejor.

Lo observaste de nueva cuenta antes de levantarte de la cama para, ahora sí, cerrar la puerta con seguro. Quién sabe qué pasaría si entraba otro ebrio y los veía a los dos durmiendo juntos en esas fachas.

Te recostaste en la cama, mirando fijamente a Levi que parecía estar hundido en el sueño más profundo de su vida y sonreíste suavecito, entrecerrando los ojos para acompañarlo en su descanso.

Bueno, quizás en ese preciso momento no habían terminado lo que iniciaron, sin embargo conocías a Levi y sabías que él detestaba empezar algo y no finalizarlo.

Y quizás, si no lo recordaba, después serías tú la que se lo haría saber.


Parte 1: fav.me/d6op6gc




OH MY--

Finalmente esta es la parte dos del fic ¡No más para ti! (fucking dA que no deja poner tildes ni signos al inicio), collab que hice con mi sensual y talentosa waifu :iconxmocaccino:. Fue una experiencia genial escribir juntas y, gosh, créanme, vendrán MUCHOS más reader insert con Rivaille de nuestra autoría.

FANGIRLEAMOS MUCHO ESCRIBIENDO ESTO. Mucho de lo que es mucho. Espero a ustedes también les haga fangirlear y bueh, que nos dejen sus comentarios y/o críticas constructivas, pls♥.

Nuevamente aclaramos que en este fanfic, Reader tiene una especie de 'relación' con Rivaille, que no es que sean novios como tal pero digamos que llevan ya bastante tiempo conociéndose y bueno... ustedes ya saben.

Pues, nada, creo que es todo♥. ESPEREN MÁS COLLABS, PLS <3. Justo ahora estamos trabajando en uno que podría ser, de cierta forma, continuación de este fic. AAAAUNQUE ese tiene contenido +18 bdbsbdsndjas pero no las spoileo más. Sigan pendientes a nuestras cuentas, porque en cualquier momento podemos sorprenderlas con ese otro que está DE LUJO.

Muchísimas gracias por leer y y y esperamos lo hayan disfrutado tanto como nosotras <3.

En cuanto a mí, probablemente suba un fic pronto. No sé, todavía tengo que pensar en muchas cosas, pero también estaré subiendo reader inserts por acá, incluso en inglés.

THAT'S ALL FOLKS ♥. Gracias y espero nos apoyen a mi waifu :iconxmocaccino: y a mí. ¡Byebye~!
© 2013 - 2024 PiyoIzaya
Comments4
Join the community to add your comment. Already a deviant? Log In
vhe-splatter's avatar
Wow en verdad que me impresiona como ambas escriben estos fics es muy raro encontrar buenos fics de levi x lectora,les importa si hago un fanart de este fic?,❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️claro les dare creditos a ambas :3